Rumbo al Oktoberfest
Alemania es un país muy particular. Cuenta con exactamente 16 estados federales (sí, ¡16! ), con acentos tan dispares que, a veces, un alemán de Baja Sajonia es incapaz de entender a uno de Baviera. Allá por donde se extiende el territorio alemán la historia de la última Guerra Mundial se hace visible, con iglesias bombardeadas sin reconstruir y campos de concentración convertidos en monumentos conmemorativos como recordatorios a algo que no debió haber pasado jamás. Un sitio donde la buena cerveza y los pretzels se pueden encontrar en cada esquina y los bosques invaden las ciudades. Hogar de nuestra tan querida Volkswagen y demás furgonetas Westfalias que tanta libertad y diversión nos brindan en nuestros roadtrips.
Al haber vivido allí una temporada y tras habernos encontrado en la bella Hannover, para nosotros es un país que siempre recordaremos de manera especial. Es imposible no echar de menos las excursiones en bici por los bosques repletos de hayas y abedules, que se cubren de hojas en otoño y de nieve en invierno. La tranquilidad se respira en los pueblos más alejados de las grandes ciudades, en los que el silencio se convierte en el sonido más característico, lejos del sonido incesante de coches de la famosa Autobahn. Nuestros recuerdos siempre quedarán impregnados con un pedacito de cada uno de esos 16 estados, que reescribiremos tantas veces como haga falta.